¡TODOS SOMOS HERMANOS Y SOLDADOS!

¡TODOS SOMOS HERMANOS Y SOLDADOS! - Cadena de Mando

Los soldados de las fuerzas armadas somos hermanos porque en el seno de nuestras instituciones nos transformamos y nacemos nuevamente para servir a nuestra patria, “hermanos” no solamente son los hijos de los mismos padres, en la biblia la palabra “hermano” se refiere a los hijos de uno o ambos progenitores, y también a los parientes, a los miembros de una misma tribu, clan, raza, religión, pueblos vecinos, personas que tienen un mismo oficio, entre otros sentidos (Génesis 13:8; Génesis 14:14); por lo tanto entre “hermanos” no puede existir rencores, la fe y el amor son nuestros motores para servir a Dios y a la patria (1 Corintios 13: 4-8; 1 Juan 4:20).

A nosotros los militares entre muchos aspectos nos “hermana” nuestra doctrina militar que distingue a cada una de nuestras instituciones Ejército, Fuerza Aérea y Armada, a ellas nos vincula un contrato que tiene un inicio y un fin, pero a sus miembros nos “hermana” un pacto, el cual nunca fenece. A los cristianos nos hermana nuestro nacimiento espiritual y nuestra disciplina y obediencia a Dios.

Para los militares este pacto está fundamentado en la “protesta de la bandera” como lo especifica en sus artículos 64, 65 y 66 el Reglamento del Ceremonial Militar, mediante la siguiente fórmula  ¿Protestais seguir con fidelidad esta Bandera, emblema de nuestra Patria, y defenderla hasta perder la vida?”. En los cristianos se basa en el gran mandamiento (Deuteronomio 6:1-25 y Mateo 22: 34-40) y la gran comisión (Mateo 28:16-20).

En los militares este pacto exige el cumplimiento de dos conceptos claves “fidelidad” y “defenderla hasta perder la vida”, el primero es muy exacto no puede darse sin lealtad, honestidad, abnegación y demás virtudes, mientras el segundo es bastante amplio va desde perder la vida físicamente o entregarla al servicio de la patria anteponiendo el interés personal. En los cristianos el concepto es profundo exige total abnegación “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará” (Mateo 16:24-25).

En este contexto podemos afirmar que los militares y cristianos somos “soldados” y por lo tanto hermanos, sellados a través de pactos, un cristiano pacta con Dios desde el momento en que recibe a Jesucristo como su señor y salvador (Romanos 10:9-10); y también podemos testificar que los pactos son indisolubles tanto con la patria como con Dios (Éxodo 19:15,34:28; Deuteronomio 7:9, 31:8; Génesis 9:11,13; Hebreos 8:6, 9:15; Salmos 103: 17-18).

¿Qué filosofía identifica a los soldados de Jesucristo y de las Fuerzas Armadas? nuestros pactos y la renovación de pacto, ya que a través de ellos adquirimos el estatus de hijos de Dios y de la patria, los miembros de las fuerzas armadas  protestan bandera en el cuerpo de tropa en que causan alta y lo renovaran cada vez que sean cambiados a otro; El Soldado de Jesucristo se mantiene permanentemente en vela escudriñando para renovar sus votos “Cuando alguno hiciere voto a Jehová, o hiciere juramento ligando su alma con obligación, no quebrantará su palabra; hará conforme a todo lo que salió de su boca” (Números 30:2; Eclesiastés 5:4-5; Proverbios 4:23; Salmos 139:23-24; Jeremías 17:10; Mateo 15:18-20).

¿Por qué los soldados somos peculiares? Esta interrogante se aclara con la perspectiva que cada “soldado” posee sobre la relevancia que tiene el cumplimiento de sus pactos, esto los hace hombres íntegros guiados por su fe y la preeminencia del amor (Hebreos 11:1 y 1Corintios 13:1-13).

Ahora resulta fácil entender porque nuestra patria se encuentra convulsionada por diversas circunstancias, solo necesitamos observar en nuestro entorno inmediato para encontrar la respuesta: mira tu familia, tu vecino, tu calle, tu colonia, tu ciudad, tu estado, tu país y tus autoridades, no olvidemos que todo parte de la familia, empecemos a restaurarla para poder edificar una nueva patria con  educación de calidad y autoridades sabias y justas (2 Crónicas 1:7,10; Proverbios 2).

La pérdida del pacto con la patria y con Dios se viene arrastrando históricamente, hasta concretar en el actual Artículo 87 de nuestra constitución, pasando de un solemne juramento a una  “protesta” presidencial; el juramento es la “invocación tácita o expresa del nombre de Dios, poniéndole como testigo de la certeza de lo que se declara” y que no interrumpe el laicismo del estado.

La Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales, en su artículo 25 únicamente formaliza la protesta de bandera para las organizaciones o instituciones civiles, sin embargo a pesar de que no existe ninguna regulación oficial, en las instituciones educativas por décadas se ha empleado “El Juramento a la Bandera de México”, sin que la ciudadanía esté consciente del pacto hecho con la patria y Dios, al no interpretar el contenido  implícito de este voto “a la que entregamos nuestra existencia”.

En conclusión todos los mexicanos somos hermanos con un pacto en común, y por lo tanto también todos somos soldados. ¿Qué necesitamos para cumplir nuestra promesa? Es claro que nuestra nacionalidad nos hace hermanos, pero nos falta lealtad para ser una verdadera familia, el juramento a la bandera aunque no este regulado por las leyes vigentes, no proscribe ante Dios, recordemos jurar en el sentido y por lo que lo hagas es tácitamente ante Dios. No hay que olvidar el nombre de la composición de nuestro Himno Nacional “Dios y libertad” y lo que declara en sus estrofas “por el dedo de Dios se escribió” y “piensa ¡Oh Patria querida! que el cielo un soldado en cada hijo te dio”.

Sólo Dios garantiza libertad (Gálatas 5:1;1 Pedro 2:16 y Salmos 119:43-45) e indudablemente nuestro himno nacional es bello y enciende en sus hijos pasión y amor hacia la patria, porque se trata de una obra de Dios escrita por el hombre.

 

Por el Mayor Jesús H. Salazar Sánchez para Cadena de Mando.

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