¿Soldados culpables? - Ayotzinapa - Milenio

Cadena de Mando 
Por Juan Ibarrola C. 

01.07.2023

Recordar aquellas notas rojas de los diarios, donde el ofendido y mancillado capitán limpiaba su honor a balazos, eran, como buenas notas rojas, un cuanto tanto morbosas como atractivas.

Después de la Revolución mexicana, dentro del acontecer político, el señalamiento a un militar iba en función de, quizá, algún exceso como gobernante, ya sea que fuera gobernador, alcalde o bien diputado o senador. Con los presidentes que fueron también generales del Ejército nadie se metía, ya que esa era la dinámica y la ley no escrita; otro México, otro Ejército, otra sociedad y, por supuesto, otros intereses políticos y económicos.

Por décadas, a algunos pocos militares se les exhibía públicamente por temas que no impactaban en el acontecer nacional o en el buen gobierno y, siendo objetivos, en la mayoría de esos pocos casos —se insiste, eran más bien pasionales o personales— eran culpables los señalados y por lo mismo pagaban con la cárcel.

La realidad cambió a partir de finales de los años sesenta y durante toda la década de los setenta, ya que la corriente comunista, sumada a la ideología guerrillera de esos años, encontró en el Ejército al enemigo perfecto para culpar y responsabilizar. Nuevamente, ese era el México de hace 50 años, que ahí se quedó para dar paso a un México mejor.

Nada cambió en esos años con responsabilizar o culpar a los militares sobre diversos hechos; es decir, el Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea comprendieron que debían generar las mayores fortalezas para poder enfrentar cualquier tipo de retos, lo que en defnitiva dejó a esas corrientes e ideologías en un pasado muy lejano.

Desde los años ochenta, las fuerzas armadas, a partir de una gran profesionalización y modernización, lograron hacer sentir a la sociedad los beneficios que les podían dar y, más allá, sembrar la realidad de que contra el pueblo, nunca; contra estudiantes, campesinos o bien contra el “pueblo bueno”, nunca.

Encarcelar a 8 militares más por el caso Ayotzinapa no traerá de vuelta a los 43 estudiantes secuestrados, asesinados y desaparecidos. Lo anterior es con el mayor respeto a sus familias, ya que Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos de Gobernación, parece no entender, ni tener. No esclarece absolutamente nada sobre este caso el hecho de tener a 12 militares presos, que incluyen a un general, oficiales y tropa; en verdad, el único que cree que se beneficia de esta detención es el propio Encinas.

No hay justicia para las familias de los estudiantes asesinados; ahora se suman a este drama las familias de 8 soldados más.

Demostrado está que cuando un soldado comete un abuso se le castiga, como es el caso de Nuevo Laredo de hace unos meses. Por más que Encinas ha intentado demostrar la culpa de los soldados en esa fatídica noche de Iguala, no ha podido ni podrá.

Los soldados no secuestraron, no mataron, no desaparecieron a ningún estudiante. Los soldados no crearon verdades alternas al caso, como sí lo hicieron los civiles, los mendaces y también unos que otros extranjeros que se vendían como “expertos internacionales”.

La sociedad no señala a los soldados por el caso Ayotzinapa. No lo hicieron cuando se dieron los hechos, no lo han hecho durante todos estos años. Nadie los culpa, excepto Alejandro Encinas y su ideología anacrónica.

Y ni modo, a resistir la posición.

¡Fibra, valientes!

 

Por Juan Ibarrola C. 

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