‘Otis’ y la fortaleza militar
Cadena de Mando
Por Juan Ibarrola C.
04.11.2023
Disociar lo catastrófico del meteoro Otis con la labor de las fuerzas armadas para auxiliar a la población afectada en Acapulco y otros municipios debería ser el ejercicio objetivo a realizarse en este momento.
Nuestro país no había vivido la fuerza de un huracán de esta naturaleza, por eso lo catastrófico y por tanto lo vulnerable; de ahí que no pueden repartirse culpas, en todo caso se deben repartir responsabilidades y en ello comprender que lo único prioritario hoy es la población afectada, y de ahí la urgente reconstrucción de lo destruido.
Tanto el Plan DN-III-E como el Plan Marina fueron diseñados justo para el auxilio a la población en casos de desastres, ya sea producidos por la naturaleza o bien provocados por el hombre, y la respuesta que han tenido de manera específica el Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea y la Guardia Nacional, no debe juzgarse o bien escatimarse.
El número de efectivos, infraestructura, aeronaves, vehículos, equipo especial y un sinnúmero de apoyos adicionales que las fuerzas armadas han desplegado en Guerrero han sido sumamente importantes para enfrentar la tragedia.
Asegurar que por estar ocupados en otras actividades de carácter civil, los soldados de tierra, mar y aire no han atendido debidamente su misión de auxilio en Acapulco y municipios afectados es completamente falso e injusto.
Las fuerzas armadas son la institución que ha probado, mejor que cualquier otra, que su vocación es eminentemente social; por lo tanto, no tiene tiempo ni espacio para la politización o bien para hacer diferencias sobre a quién o quiénes debe de brindárseles la ayuda.
Soldados y marinos han demostrado siempre su capacidad en todos los casos de desastre que ha sufrido este país.
Las fuerzas armadas entregan, por institucionalidad y legalidad, resultados a los mexicanos, realidad que los ha convertido desde hace décadas en la institución con el mayor nivel de confianza entre la población. La tragedia de Guerrero no será la excepción, ya que en la práctica —producto de las experiencias de más de 50 años auxiliando a la población—, quienes se quedarán trabajando hasta el final serán soldados y marinos.
Tanto la Secretaría de la Defensa como la de Marina y la Guardia Nacional tienen claro que este es el principio de una catástrofe sin precedente en un puerto mexicano, pero más allá, tienen las capacidades y experiencia para hacerle frente, aún y a pesar de la crítica de algunos.
Queda claro que la urgencia es en este momento. Desde un escritorio a cientos de kilómetros de distancia es sumamente fácil y subjetivo opinar; sin embargo, las fuerzas armadas están ahí —como siempre—, organizando al elemento humano, recibiendo, seleccionando y distribuyendo toda la ayuda, pero sobre todo, auxiliando con todos los recursos que tienen disponibles a quien lo necesite.
Quien crea que hay debilidad, entonces debería proponer las fortalezas.
Las fuerzas armadas son la mayor fortaleza en este momento.
Por todo lo anterior, es más fácil señalar culpables que confiar responsabilidades a todas las instituciones que deben atender y superar lo más pronto posible.
La responsabilidad militar y naval no debe juzgarse en este momento.
Cabo de Guardia
Es sumamente justo reconocer la total solidaridad y el apoyo del pueblo de México, cada vez que sus hermanos viven los estragos de las tragedias.
Sin duda, ese apoyo siempre es invaluable como necesario.
Civiles y militares, siempre presentes.
Por Juan Ibarrola C.
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