La otra “violencia” - Milenio - Juan Ibarrola

Cadena de Mando 
Por Juan Ibarrola C. 

23.09.2023

Por primera vez, este espacio no será para temas de fuerzas armadas. La razón es para que este esfuerzo editorial agregue valor al terrible problema de la violencia provocada por jóvenes en nuestro país.

No me refiero a jóvenes delincuentes —que existen muchos—, más bien a los jóvenes que no tienen ningún contacto con organizaciones criminales, y aún así producen violencia que los está llevando a cometer homicidios, feminicidios sobre todo, pero también un empoderamiento que transmiten en su forma de vestir, de hablar y de actuar, como si de ello dependiera su lugar en la sociedad, en su relación personal, familiar y afectiva entre hombres y mujeres.

¿Existirá una furia reprimida en nuestros jóvenes?

¿Copiar los estereotipos de los delincuentes se convierte en un arma social para los jóvenes mexicanos?

Crímenes pasionales han existido desde el principio de la humanidad. Resulta que hoy es recurrente que un hombre joven, rechazado por su pareja, sea suficiente razón para mancillarla y matarla, como el terrible y desafortunado caso de la hermosa joven Ana María Serrano, quien fue asesinada en su domicilio, por Alan “N”, su ex novio.

Este tipo de tragedias conmueven a la sociedad, hasta que se presente un nuevo caso de violencia no relacionada a grupos criminales.

Recordar la golpiza que siete jóvenes poblanos le dieron al joven Ernesto Calderón hace 15 días, la que además del daño físico se suma al empoderamiento al que me refiero en párrafos anteriores, se convierte en un análisis urgente del porqué se dan estas conductas. Un análisis que definitivamente debe comenzar en casa, para que siga en las escuelas y que también de manera seria se convierta en políticas sociales que logren minimizar estas conductas.

Las redes sociales se convierten en testigo cruel de lo que los jóvenes suben al ciberespacio, donde la máxima es grabar y difundir, dejando a su suerte a las víctimas, como ocurrió en Cancún también hace 15 días, donde otro grupo de jóvenes golpean sin piedad, con puñetazos, patadas, palos y tubos a dos jóvenes, hasta dejarlos inconscientes.

No podemos permitir que nuestros jóvenes asuman la violencia y la prepotencia como una forma de vida, donde quien lo realiza es el fuerte o bien, el que hace lo correcto por utilizar la violencia desmedida.

El jueves pasado, al interior de la Universidad del Valle de México, campus Coyoacán, en la Ciudad de México, se desató una riña entre jóvenes, supuestamente porque uno de ellos acosaba a una joven. El resultado es que el papá de uno de los jóvenes agresores ingresó al campus con sus escoltas para amedrentar a quienes participaron en la riña. En los videos, nuevamente grabados por jóvenes, se alcanza a escuchar a uno de los jóvenes agredidos decir que su familia es narcomenudista y que iban a llegar a “levantar” a los oponentes.

Estos casos mencionados son unos de los muchos que se viven en el país, entre jóvenes —insisto— que no pertenecen a grupos criminales, es decir, son muchachos comunes que supuestamente pertenecen a familias normales, en las que la violencia está presente.

Es urgente un replanteamiento de la forma como se guía y educa a nuestros jóvenes.

Una sociedad violenta simplemente debilita cualquier intento de país por salir adelante.

La violencia siempre será retroceso; no se debe olvidar nunca que los jóvenes son el futuro de México.

 

Por Juan Ibarrola C. 

Kuh

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